Columna de opinión en diarioUchile_Reflexiones sobre columna de respuesta de Mesa Triestamental Feminista

Desarrollando una reflexión a la respuesta a la columna de opinión que fue realizada por los suscritos, tenemos a bien comentar los siguientes puntos para seguir participando de un interesante debate.

En efecto, valoramos la nota entregada y la altura de miras de la posición que adopta la Mesa Triestamental Feminista. Asimismo, saludamos y apoyamos la importancia de desarrollar un cambio social profundo, que nos lleve a una sociedad feminista en un sentido amplio y abierto del concepto, el cual vaya más allá de las definiciones que se han desarrollado sobre la materia en las últimas décadas; por lo demás, estamos conscientes de que vivimos tiempos de cambios más radicales, que requieren de adaptación y flexibilidad.

Así las cosas, las diferencias que tenemos no son de fondo, son de forma. En efecto, está ahí el foco que nos hace distintos; en la metodología para reivindicar demandas.

Para nosotros, las demandas tienen una forma de reivindicarse en el contexto del respeto a la institucionalidad vigente, tanto nacional como universitaria. Para nosotros, las tomas son un acto de fuerza que transgrede, tensiona, divide y repercute en toda la comunidad universitaria, generando un clima que destruye la esencia misma de la Universidad; vale de decir, el debate de ideas con la razón, la evidencia e incluso los sentimientos, pero de manera seria, responsable y con respeto. Para nosotros, las tomas son de hecho una afrenta a los principios orientadores de la Corporación, frente a las cuales muchos hemos guardado silencio, las hemos naturalizado y hasta queremos “normarlas” en cierto sentido.

El centro del debate, al analizar la nota de la Mesa, no está en la defensa del feminismo. Concordamos con sus líneas argumentales, mas la diferencia se encuentra entonces en las tomas y su uso, metodología que seguimos considerando patriarcal, machista, anacrónica y dictatorial; ad hoc a demandas justas y otras no tan justas.

La fuerza ilegítima jamás será un argumento para construir el diálogo democrático, porque en ese instante perdemos nuestra principal amalgama como sociedad; el consenso y el acuerdo. Así, tendremos estructuras de radicalización, que quebrarán el espacio donde todos nos debemos sentir parte. Ese espacio en el mundo de la educación pública, laica, tradicional y de excelencia, es sin duda la Universidad de Chile.

Finalmente, y sin dar complejos giros oratorios que redunden en cuestionamientos a nuestra adscripción a una causa justa y muy necesaria, es importante señalar que como miembros de esta comunidad tenemos el derecho de expresar nuestra opinión sobre las formas, e incluso el fondo de los asuntos. Esto pasa en universidades como la Chile, a la cual tantos queremos y hemos dado parte importante de nuestras vidas. Claro está, que lo hacemos desde nuestra especial posición, con los sesgos correspondientes: miembros de la comunidad universitaria, académico y funcionario, que nacimos hombres. Sépase que la última condición no fue electa por nosotros y marca por cierto una forma de expresar las ideas.

Los autores son el decano Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile, profesor Squella; y el senador universitario Daniel Burgos.

Columna de opinión publicada en diarioUchile el día domingo 12 de mayo de 2019 [descarga].-

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