Por Daniel BURGOS
BRAVO(*)
Columna de opinión publicada en la web del Senado Universitario el día lunes 12 de diciembre de 2016 (URL).
Para varios países de América Latina la
monoproducción, así como la dependencia de los “commodity” de productos
naturales que no tienen mayor valor agregado, explican fuertemente sus ingresos
y ciclos económicos, como igualmente las configuraciones de sus modelos de
desarrollo.
En este sentido es usual que en los vaivenes
propios de la economía de mercado, se exacerben las oscilaciones cuando la
dependencia del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) está asociado a
pocos bienes, muchos de ellos exportados a países desarrollados, sin mayores
modificaciones o elaboraciones. Esta situación genera graves problemas sociales
y políticos, quedando absolutamente descubiertas y vulnerables dichas naciones
por su baja diversificación, ante las permanentes crisis de la economía de
mercado.
No obstante, se ha advertido la importancia
de dar un giro y apuntar a un nuevo modelo de desarrollo que busque en el
conocimiento su principal materia prima, todo desde las idiosincrasias de este
lado del mundo y con las ataduras de un “establishment” al cual no parece
motivarlo un modelo que proyecte sus resultados en el mediano y largo plazo, lo
cual tiene escasos réditos electorales.
En Chile el movimiento para apoyar las
ciencias como pilar de un remozado modelo de desarrollo económico, se ha
visibilizado en los últimos años. En este sentido causó fuerte polémica una
declaración firmada por académicos y científicos chilenos que se titulaba
“Nuestros gobiernos han elegido la ignorancia” (1), la cual hace un cruento y
duro análisis de la situación actual de las ciencias en Chile y la desidia de
los decisores respecto a soluciones concretas para apoyar la creación del
conocimiento y dotar al sector de una nueva institucionalidad científica,
acorde con las demandas y la importancia política que éste debiese tener.
El grito de los científicos chilenos llegó al
“spotlight” mundial con la importante cobertura internacional de las
movilizaciones efectuadas, ejemplo de lo cual fue el reportaje en Nature intitulado “Chile’s scientists take to
the streets over funding. Researchers leave their labs to call for greater
public support of research” (2).
En efecto los indicadores a nivel global sobre
escenarios “deseables” para el desarrollo de la ciencia y tecnología, reflejan
que Chile se encuentra peligrosamente alejado de aquello de lo que se considere
como aceptable. Es así como el promedio de los países de la OCDE invierte un 2,4%
de su PIB (año 2012) en ciencia y tecnología, cuando en Chile se revisó una
inversión de solo el 0,39% del PIB en el año 2013 (3).
La evidencia hace concluir que se hace un
“(...) imperativo [el] transitar gradualmente desde el modelo primario
exportador hacia la economía del conocimiento como requisito indispensable para
continuar creciendo y lograr la equidad en el largo plazo” (4). Empero el
presupuesto de la nación para “grant”, la mínima valoración en el empresariado
del sector, las escasas acciones en políticas públicas desarrolladas, así como
la baja ponderación en las decisiones gubernamentales que tiene la ciencia y
tecnología en el país, hacen suponer que la afirmación precitada no ha estado
en las prioridades de las decisiones gubernamentales en los últimos años.
En el año 2013 la OCDE señaló con un crudo
diagnóstico que “En materia de inversión en I+D, se destaca que Chile se
encuentra en el último lugar [dentro de los países integrantes de la
organización], con un gasto concentrado en el sector universitario, y
destacando que la participación del sector privado es “excepcionalmente baja”,
y haciendo énfasis en el bajo número de empresas que hacen innovación. El
informe señala también que la actual Ley de Incentivo Tributario a la I+D en
empresas (conocida como “Ley de I+D”) es más relevante para grandes empresas y
no para empresas pequeñas y/o jóvenes, aunque destaca el evidente incremento
que ha tenido el uso de esta ley desde que el actual gobierno introdujo cambios
en la normativa” (5).
Sin duda existe un diagnóstico claro del
escenario actual, que a su vez tiene en el ejercicio de la ciencia un inusitado
respaldo ciudadano. Hace unos meses ha salido una encuesta de Conicyt sobre la
percepción social de la ciencia y tecnología en Chile, en la cual se puede
apreciar la alta valoración que tiene la sociedad por la actividad científica y
sus científicos, considerándose una profesión/actividad de alto nivel de
prestigio - 78,6% escala 4 y 5 “con mucho prestigio” solo superada por médicos
e ingenieros - (6).
La conjunción en la opinión de los expertos,
la relevancia que ha tomado el debate nacional sobre el asunto en su proyección
internacional, el gran respaldo ciudadano, como de igual manera otros factores
institucionales entre los que destacan la atomización de los subsidios entre
distintas reparticiones públicas y las múltiples polémicas por ineficiencias
administrativas - burocráticas del sistema, hacen suponer la necesidad de
relevar el rol de la ciencia y tecnología, a través de la creación de un
ministerio del área que tenga la capacidad política de instalar el discurso de
la creación de riqueza a través del conocimiento, entre los decisores de
políticas públicas.
Un ministerio en este caso, más que una
estructura burocrática adicional, consideraría una valoración especial a la
actividad en comento en Chile y sentaría las bases de un sistema de ciencia y
tecnología que permita coordinarse oportunamente con otros sectores del
quehacer nacional, en una política mayor de desarrollo económico que tienda al
correcto desenvolvimiento de la economía nacional en la sociedad del
conocimiento, lo cual tiene como imperativo un decidido apoyo presupuestario.
Gran tarea para el país resulta elegir por la
ciencia y la tecnología, para lograr el anhelado desarrollo económico. Dicha
conjetura parece ser muchísimo más abordable y plausible en el largo plazo, que
continuar dependiendo del devenir de la monoproducción.
Referencias
(1) Diario El Mercurio (2015).
Inserción “Nuestros gobiernos han elegido la ignorancia”, publicada el día 8 de
noviembre de 2015 URL http://impresa.elmercurio.com/pages/detail-view.htm?enviar=%2FPages%2FNewsDetail.aspx%3Fdt%3D08-11-2015%200%3A00%3A00%26PaginaId%3D5%26SupplementId%3D0%26bodyid%3D10
(2) Nature. International weekly
journal of science (2015). “Chile’s scientists take to the
streets over funding. Researchers leave their labs to call for greater public
support of research”, publicada el día 16 de noviembre de 2015 URL http://www.nature.com/news/chile-s-scientists-take-to-the-streets-over-funding-1.18800 (consultada el día 18 de septiembre de 2016).
(3) Ministerio de Economía, Fomento y Turismo (2015). Resultados
Preliminares IV Encuesta Nacional sobre Gasto y Personal en I+D, Santiago
de Chile, URL http://www.economia.gob.cl/wp-content/uploads/2015/01/Presentaci%C3%B3n-I-D-2013p_prensa.pdf
(4) Eyzaguirre, N.; Marcel, M.; Rodríguez J. y
Tokman, M. (2005). “Hacia la Economía del Conocimiento: El
camino para crecer con equidad en el largo plazo” en Centro de Estudios Públicos (2005) Estudios Públicos Nro. 97,
verano 2005, Santiago de Chile, URL http://www.cepchile.cl/cep/site/artic/20160304/asocfile/20160304093516/r97_eyzaguirre_economia.pdf
(5) +
Ciencia para Chile (2013). “El informe de la OCDE que recomienda un
Ministerio de Ciencia e Innovación”, URL http://www.mascienciaparachile.cl/?p=6114
(consultado el día 18 de septiembre de 2016) citando estudio OCDE (2013) OECD Economic Surveys:
Chile 2013 URL http://www.keepeek.com/Digital-Asset-Management/oecd/economics/oecd-economic-surveys-chile-2013_eco_surveys-chl-2013-en#.V97rOZMrLogn
(6) Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología (2016).
Encuesta Nacional de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología en
Chile 2016, Resumen Ejecutivo, Santiago de Chile URL http://www.conicyt.cl/wp-content/uploads/2014/07/resumen-ejecutivo-encuesta-nacional-de-percepcion-social_web.pdf
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